A veces entramos en la consulta, nos sentamos, el terapeuta sonríe suavemente...
Y de repente, nada.
Un gran vacío, pensamientos confusos, a veces una pequeña molestia: «No sé qué decir».»


Es una de las frases más frecuentes que escuchan los psicólogos en las primeras sesiones, y la buena noticia es que es perfectamente normal.

¿Por qué es tan frecuente este silencio?

Cuando se empieza una terapia, a menudo se piensa que hay que “saber” lo que se va a decir.
Pero la psicoterapia no es una conversación ordinaria. Se inscribe en un marco benévolo en el que el ritmo, el contenido e incluso los silencios tienen sentido.

Muchas personas sienten este bloqueo al inicio del seguimiento, principalmente por tres razones:

La emoción crece demasiado rápido.
Hablar de uno mismo es exponerse. A veces, la emoción llega antes que las palabras, y el silencio sirve simplemente para protegerse.

El miedo al juicio.
Tememos decir demasiado o demasiado poco. Tememos “formular mal” lo que sentimos.

La necesidad de volver a conectar con uno mismo.
En un día a día acelerado, lleno de adaptaciones constantes (y más aún cuando se vive en el extranjero, como en Barcelona), es raro que realmente nos tomemos el tiempo para escucharnos.
El silencio se convierte entonces en un paso natural para reconectarse con uno mismo.

El silencio no es un vacío, sino un espacio.

La terapia suele comenzar donde las palabras se vuelven tímidas.

En la cultura actual de “explicarlo todo”, permanecer en silencio puede resultar incómodo.
Sin embargo, el silencio en las sesiones suele ser lleno de significado.
Permite:

  • de dejar aflorar las emociones ;

  • de tomar conciencia de lo que ocurre en el interior ;

  • de depositar la carga mental sin intentar analizarlo todo inmediatamente.

El terapeuta no juzga ese momento, lo contiene.
Es él quien crea un espacio lo suficientemente seguro como para que el silencio se convierta en una herramienta, no en un obstáculo.

El papel del psicólogo en estos momentos

Visite Centre Pensées Barcelona, nuestros terapeutas están formados en diferentes enfoques — TCC (terapias cognitivo-conductuales), terapia de patrones, EMDR, atención plena
Cuando se produce un silencio, el terapeuta puede:

  • ayudarle a expresar sobre lo que está pasando; ;

  • Reformular una emoción que sientes sin poder expresarla. ;

  • o simplemente respetar este momento, sin forzarlo.

A veces, es en esa calma cuando el cuerpo se relaja, las ideas se reorganizan y las emociones se aclaran.

“No sé qué decir”: lo que puede ocultar

Esta frase anodina suele reflejar un mecanismo más profundo :

  • miedo a molestar,

  • una dificultad para conectar con sus necesidades,

  • fatiga psíquica,

  • o incluso el reflejo de autocensura, heredado de la infancia (“no hay que quejarse”, “tengo que arreglármelas solo”).

El terapeuta no busca llenar ese vacío a toda costa, sino escuchar el sentido.
A menudo es ahí donde comienza el verdadero trabajo: en la exploración de lo que aún no logramos expresar.

Cómo manejar este momento si te sucede

Aquí hay algunas sugerencias que nuestros psicólogos en Barcelona suelen proponer:

Aceptar el silencio sin sentirse culpable.
No es un fracaso, sino un respiro.

Nombrar lo que está pasando.
Puedes decir simplemente: “No sé qué decir”.”
Ya es una forma de expresión sincera.

Observa tus sensaciones.
¿Qué ocurre en tu cuerpo?
¿Tensión? ¿Calor? ¿Ganas de irse?
Estas señales son puntos de partida valiosos para comprender lo que está sucediendo.

Confiar en el proceso.
En terapia, el cambio no siempre viene de las palabras,
sino del vínculo, el ritmo y la presencia.

Un espacio para ser, no para rendir

La terapia no es una actuación.
No se viene a “hablar bien de uno mismo”, sino encontrarse, a veces por primera vez en mucho tiempo.

No hay una forma “correcta” de comenzar una sesión.
Algunas semanas llegamos con muchas cosas que decir; otras, solo necesitamos respirar.
Ambos son legítimos.

Lo que la terapia te enseña es a aceptar tus propios ritmos y a descubrir que, incluso en el silencio, algo ya está trabajando.

En resumen

  • No saber qué decir es normal.

  • El silencio es un espacio de escucha, no es un error.

  • El terapeuta está ahí para acompañarle en este espacio, no para rellenarlo por usted.

  • Y, a veces, el mayor cambio comienza en un simple momento de calma compartida.

Terapia en francés en Barcelona

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