Convertirse en padre" ya implica la idea de un proceso. Un proceso en el que la idea de transmisión es fundamental. La paternidad no puede concebirse sin transmisión. Como se menciona en el artículo "El enfoque sistémico, el hilo conductor entre yo y los demás"Este no es el único marco en el que aparece esta dinámica, sino en toda interacción con el Otro.
Pero, ¿qué ocurre en realidad? ¿Por qué algunas personas pueden imaginarse como padres sin preocuparse por nada, mientras que para otras es inconcebible?
El concepto mismo de paternidad evoca a nuestros propios padres y, por extensión, al niño que fuimos y seguimos siendo. Nos enfrenta a nuestros vínculos paternos y maternos, y a cómo hemos invertido en ellos a pesar de sus defectos y cualidades. Esta reactivación, en parte consciente y en parte inconsciente, nos lleva inevitablemente a definir nuestra postura como padres de una manera única.
Podemos identificar dos dimensiones: la del narcisista y el reparar. El adulto concibe con su pareja un ser que, en la fantasía, forma parte de él. En otras palabras, es una extensión imaginaria de su propio ser. El legado inherente es el de la continuidad narcisista. Este niño lleva dentro de sí una representación de las dos familias de las que procederá. Se parecerá a ambas, y se le podrán reconocer similitudes de carácter y aspecto físico con sus antepasados.
La segunda dimensión, la de la reparación, se refiere en cierta medida a las necesidades narcisistas de los padres que no pudieron satisfacerse cuando eran niños. Este proceso reactiva a los niños que fueron y al niño herido que pueden seguir siendo en la actualidad. En estos problemas de relación, las necesidades no escuchadas del niño pueden entrometerse, requiriendo un cuidado especial para que esta vez puedan ser satisfechas. Sin embargo, se corre el riesgo de dejar de ser capaz de escuchar y responder a las necesidades específicas del niño real.
Se han realizado numerosos estudios sobre la transmisión tóxica, traumática, duelo imposible a nivel transgeneracional. Estas particularidades de la historia de los padres conducen al desarrollo de métodos de apego muy específicos. Lo que llamamos modo de fijación es la forma en que se ha establecido la relación entre padres e hijos. Lo que observamos es que, a través de este vínculo, se repite la historia infantil del progenitor.
Es mucho lo que está en juego y a menudo hace que los padres se sientan culpables.
¿Podría ser un papel imposible?
Algunas personas están tan preocupadas por ser los mejores padres que pueden ser, que la ansiedad que sienten inevitablemente impregna a su(s) hijo(s). Otros, respondiendo a sus patrones infantiles, intentarán adoptar el enfoque contrario e invertir en el modelo opuesto al que recibieron. Sin embargo, ambos están en realidad sujetos a su modelo interiorizado.
¿Podría haber una guía sobre cómo ser el mejor padre?
¿Y si lo único que hace falta es "sólo un padre suficientemente bueno" ?
Esta expresión procede de D. Winnicott "Good Enought Mother", pediatra y psicoanalista anglosajón. No existe el modelo perfecto. Los retos de la paternidad pueden conducir a un profundo sentimiento de soledad. Inevitablemente, este paso por la vida nos lleva a plantearnos el futuro de otra manera. Hay un antes y un después, y a veces se necesita apoyo para que la transición sea lo menos estresante posible.
Las palabras clave son amabilidad hacia uno mismo y hacia los demás autoconocimiento que alimentamos mediante la introspección real y laescuchando sincero y atento con tu hijo. Estas palabras no son ni mucho menos exhaustivas y, a veces, el simple hecho de aceptar rodearse de las personas adecuadas puede ser una verdadera ayuda.
Bibliografía
Ciccone, A. (2014). Transmisión psíquica y fantasía de transmisión. La parentalité à l'épreuve. Cuadernos de psicología clínica, 43, 59-79.
Winnicott D. W, 1956, La Mère suffisante bonne, París, Petite Bibliothèque Payot, 2006.
Solis-Ponton, L. (2002). La parentalité: Défi pour le troisième millénaire. Presses Universitaires de France.